lunes, 26 de diciembre de 2011

"Las partículas elementales" de Michel Houellebecq







Para Michel Houellebecq nada parece difícil, desde abordar los temas más complejos, hasta llevarlos a un punto de insospechada conexión, mostrando así lo evidente y lo difuso en las situaciones que plantea.


Y es que en "Las Partículas Elementales", Houellebecq pone su toque personalísimo en algo que podría descifrarse como parte de un notorio elemento autiobiográfico, retratado en la vida de uno de los protagonistas o tal vez en ambos, pues aquí tanto Michel como Bruno, tienen tanto del autor como él de ellos.


La historia encierra las frustradas vidas sentimentales de dos medio hermanos, que no dejan de demostrar su conexión genética natural, a pesar de que parecen llevar dos vidas opuestas, el uno (Michel), es un biólogo nuclear apasionado por su trabajo que se ve suspendido en la complejidad de la ciencia; mientras Bruno solo encuentra el sentido de vivir en el hecho de satisfacer una dependencia sexual que en ocasiones parece tenerlo absorbido, y en otras se muestra llena de sentido.


Los dos hermanos se ven enfrentados a amores fallidos con consecuencias casi macabras, que determinan el mundo de sus vacías vidas, en lo que parece un contrasentido para poder mostrar el valor de lo humano, frente a una sociedad consumida por los afanes políticos y religiosos. Aquí Houellebecq, como suele ser usual en él, se vale de su profunda sencillez literaria para atacar a los estamentos del orden en occidente, especialmente en Francia, desde lo que él considera el "falso mayo del 68" hasta la islamización de Europa; no en vano se ha hecho célebre por tener que comparecer a los estrados judiciales por apreciaciones que  han resultado ofensivas a grupos de derechos civiles por críticas al Islam.



La novela echa una mirada particular a los que podrían denominarse anti valores, especialmente acentuados en la segunda mitad del siglo XX. Es por eso que en una primera aproximación se acerca a una "novela histórica" con ciertos rasgos políticos; pero siempre desarrollando el elemento científico como argumento válido en el intento por desentrañar lo que es su objetivo principal, la naturaleza humana desde la exactitud de la ciencia, que siempre se ve mezclada con los factores sociales que le dan forma al individuo. No obstante, al final asume la posición de un relato de esa ficción diferente, que puede llegar a predecir la realidad.
Los pasajes que van moldeando la historia de los dos hermanos parecen ser puestos cuidadosamente en el entramado de la historia y aunque por sí mismos van pareciendo desconectados, llevan al lector hacia una suerte de interpretaciones que logran un asertivo punto casi de misterio maximizado en la figura del narrador omnisciente, quien finalmente parece estar en un futuro lejano.



La historia, que es rica en ingredientes, bien podría terminar con el desenlace que tienen las vidas de los protagonistas, pero adicional a esto se agrega un epílogo escrito detalladamente, en el cual Houellebecq da cuenta de aquello que es el sentido del libro y casi que el porqué se escribió, en una clara muestra de la sencillez y del pragmatismo que han caracterizado al autor.

Houellebecq quien tomó un renombre inusitado a partir de su primera novela "Ampliación del campo de Batalla", y que vio revalidado al ganar el Premio Goncourt, el más prestigioso de la letras francesas; ha sido objeto de fervientes críticas, no sólo desde lo literario sino desde lo político. En lo literario siempre aparece señalado en puntos extremos, hay incluso quienes han catalogado su obra con apelativos como "literatura panfleto" o simple "pornografía"; lejos de la otra orilla que lo ubican como uno de los autores más importantes del fin de siglo.

Lo cierto es que en uno u otro lado, Houellebecq no es un escritor más, de aquellos que las editoriales sobreponen y refieren en títulos y revistas gratuitamente, por el contrario, su nombre hoy es algo, por la convicción con la que escribe, tal vez evocando lo mejor de Céline y asumiendo una postura que no teme, y que en palabras del epílogo citado, no es más que un homenaje a la humanidad.

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